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27 de febrero de 2020

CORONAVIRUS


CORONAVIRUS



Ya se olfatea la plaga
y el temor invade el mundo,
se siente el divieso inmundo
que el error humano paga.
¿Arma biológica? Daga
que veloz contagio tiene,
que obliga a aumentar la higiene
protegiendo a nuestros hijos,
"¡Usen todos sus barbijos!
“El coronavirus viene”.

Diabetes, nueva consulta,
sangre dulce al corazón
que bombea alta presión,
o hipertensión que te ausculta.
Obesidad que te abulta,
del colesterol proviene,
un infarto ya interviene
o te invade un ACV,
hay un nuevo tentempié:
“El coronavirus viene”.

No me junto con el chino,
y no es por discriminarlo,
“por las dudas” que al tocarlo
se me pegue algo dañino.
Tengo miedo del destino
y el alcohol en gel me entona,
mas, si el virus me traiciona
por si hay fiebre en la cabeza,
no voy a beber cerveza
y menos marca “Corona”.

Habrá que sobrevivir
hasta que el virus que enferma,
con anticuerpos se duerma
y no pueda resistir.
Hay que matarlo o morir,
“aislarse”, la ciencia advierte,
carrera contra la muerte
y pasar esta hora ingrata,
si este virus no me mata,
seguro me hará más fuerte.

Pronto una piedra-vacuna
ha de voltear al COVID,
como a Goliat fue David
quien lo derribó con una.
Mientras tanto es oportuna
la alarma que al mundo suene,
pues si el contagio previene
evitará el sufrimiento,
créeme, pues no te miento:
“El coronavirus viene”.

© Rubén Sada. 27/02/2020.

19 de noviembre de 2019

VEJEZ

VEJEZ


En océanos de olvidos
algún recuerdo he pescado,
¡me siento tan agraciado
por los momentos vividos!
Aun de episodios raídos
rescaté un aprendizaje,
pude vencer el oleaje
que al abismo me arrastraba,
y cuando todo empezaba
he llegado al fin del viaje.

© Rubén Sada. 19/11/2019.

11 de agosto de 2016

LA ANTESALA DEL ADIÓS


LA ANTESALA DEL ADIÓS


Cuando el achaque se instala
en el viaje de regreso,
dolorido sufre el hueso
que a la tierra se regala.
Pero existe una antesala
antes de esa despedida,
vocación comprometida
con la ciencia y con Dios,
la antesala del adiós
le prolongará la vida.

Viene bien darse una vuelta
por esta blanca antesala,
hacer una corta escala…
y la molestia: ¡resuelta!
La salud quedará esbelta,
si algún tornillo se afloja,
y una humana paradoja
se arreglará en la camilla:
o le indican la amarilla,
o sacan tarjeta roja.

La antesala del adiós
nuestro respeto merece
y a todo aquel que padece
le dan curación veloz.
Jura el médico ante Dios
un juramento hipocrático,
de no comportarse apático
cuando peligra la vida,
mitigar dolor y herida
y algún caso problemático.

Un positivo reporte
en sitios de ambiente tibio,
donde encontrar el alivio
y poder mirar al norte.
Si uno no halla el pasaporte
al sombrío más allá,
mimado amanecerá
entre enfermeras amables,
con mangueras y unos cables
que lo traerán más acá.

Y si el adiós no es pa’ uno
y la osamenta repunta,
una receta le apunta:
“respete dieta y ayuno”.
Y el galeno, que oportuno,
su indicación clara enmarca,
lo manda pa’ su comarca
y usted se pone feliz,
volverá a casa en remís,
si aún no lo halló la parca.

A la noble vocación
que viste de blanco traje,
va mi sincero homenaje
que brota del corazón.
Quien arriesga su pulmón
y en su mano amor anida,
en la lucha bendecida
ha de merecer loor...
¡La bendición del Señor
llegue a tener en su vida!

© Rubén Sada, 10/08/2016.



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